Su fotografía, el dolor, el vacío, la desesperación por querer fundirse en un abrazo de eses que detienen el tiempo desencadenó un ataque de ansiedad aún más fuerte de aquel que sufrió cuando ella se fue. Sus ganas se esfumaron, sus fuerzas se rompieron. Su virilidad desapareció, las piernas se doblaron y cayó en la cama. Acaba de sentir el brazo amargo de la depresión y junto con la mochila del arrepentimiento ejercían un peso demoledor en su alma, incapaz de soportar.
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Emprendedor, escritor, novelista y crítico. Amante de las buenas historias, lector empedernido y guerrero de la vida. Siempre disfrutando de los pequeños regalos y placeres de la vida. Construyendo un mundo.